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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Malas rachas

En todos los ámbitos de nuestra existencia se suelen sufrir malas rachas: en el juego, en la economía e incluso en lo personal. Hay libros de autoayuda (palabra recogida ya en la próxima edición del Diccionario de la Real Academia) que te quieren convencer, aprovechando el deseo de que esto sea verdad, de lo contrario: que las malas rachas no existen  per se,  sino que las provocamos nosotros mismos. Un problema de estos periodos no es recordarlos, ya que sirven siempre como aprendizaje, sino la imposibilidad de reconocer o adivinar su final mientras el desastre se desarrolla. Porque las malas rachas acaban, bien o mal, pero terminan. Otro problema de estas malas rachas es cuando se concatenan y las últimas hacen buenas a las primeras. En unos años recordaremos estos tiempos, este lustro o década, con cierta melancolía masoquista. Todos conocemos expresiones que tiñen de nostalgia tiempos pasados que, hablando en plata, fueron horrorosos y, sin embargo, algunos los recuerdan como

Problemas

No es lo mismo buscarse problemas que tener que solucionarlos. Es curioso que la Real Academia Española (RAE), en su diccionario, a la hora de definir el significado de esta palabra, nunca confíe en su resolución. En su primera acepción indica que es una "cuestión que se trata de aclarar" y en su segunda "proposición o dificultad de solución dudosa " y así las demás. Es decir, que en el fondo del significado de "problema" lo de menos es la solución sino el hecho de meternos en un lío. Hay personas que no viven si no se inventan problemas o si no ven algo escondido tras cualquier cuestión, sea de la relevancia que sea. Si no tienen un problema, se lo buscan para andar entretenidos. En verdad, pienso que a mí me gustan más las soluciones. Darle vueltas a algo a sabiendas que no tiene resolución posible es inútil y como mínimo paranoico. La cuarta acepción de la Academia es "disgusto, preocupación". No hace falta dar muchos pasos para meternos i